Era la época oscura de nuestra nación,
lo que hoy se conoce como la gran Paamya era un territorio de prados verdes y
vivos, montañas altas y frías, extensos bosques oscuros, playas cálidas y
cielos intensamente azules. Un territorio de caos, donde cuentan las leyendas
abundaban los dragones de hielo y fuego, las ninfas de la noche, las sirenas en
los ríos y el mar, dioses y semidioses que siempre estaban en guerra por
aquella magnífica tierra.
Entonces, en el año primero de nuestra
historia, un explorador y príncipe llamado Túpac Amaru I, descendiente del
mismo Sol, venido de más allá de estas tierras míticas, emprendió la guerra y
conquista de este nuestro territorio. Duró más de cien días y cien noches,
terminando con la victoria del hijo del Sol que llegó a un pacto con los seres
sobrenaturales y tomó como esposa a una diosa de la noche para crear allí nuestro reino y legado.
Nombro a aquellas tierras Paamya.
Los siglos fueron pasando y la familia
real con sangre de dioses demostró tener una gran afinidad con los seres
sobrenaturales, sobre todo con los dragones, guardianes ahora de nuestros
muros, el pueblo vivía en cordialidad bajo el mando de sus dirigentes.
En el siglo VII, Ana I de Paamya, “La
abuela”, dio a luz a su primer y único hijo Pablo I de Paamya, “Pater Máximo” y
domador de dragones, nuestro actual Rey y padre, que tuvo a tres hijas y un hijo:
la primogénita Yodángela Juana de la Cruz I de Paamya y Arendelle, de corazón
helado, domadora de dragones como su padre, mujer de armas y letras; su segunda
hija fue Alejandra I de Paamya “La soltera”, de ojos azules, ánimo alegre y
belleza increíble; después nació María Magdaleni II de Paamya y Arendelle, de corazón amable,
espíritu cálido, semi-ninfa de la primavera y domadora de dragones como su
padre; su hijo fue de su segunda y última mujer, una madre de dragones, Manué
I, “Pater metaconcienciero”, de espíritu ardiente y guerrero, comandante de las
tropas de Paamya, hombre de armas y poeta.
Para que su legado no se contaminara de
sangre extranjera, Pablo I unió en matrimonio a su hijo Manué I y a su
primogénita Yodángela, que de su anterior relación, en la que su marido había fallecido, tenía una niña
llamada Paula Snow, “La rompecorazones”. De este matrimonio nació Adela I “La
legítima”.
Muchas son las guerras que ahora libra
nuestra noble familia contra los extranjeros, maestros de la región de
Hispánica que quieren sumir de nuevo en la oscuridad el reino de Paamya.
También contra las amazonas, hijas de Diana, de cabellos como el oro y asesinas
de hombres, desterradas, por la mano del Pater Máximo sobre su dragona, Mari Carmen, y del Pater metaconcienciero con sus tropas, a los confines de Paamya, donde aún
persisten aferradas, inútilmente, intentando ganar sus favores.
Así lo
vivió, estudió y dejó escrito Yodángela Juana de la Cruz I de Paamya y Arendelle para el deleite y aprendizaje de sus habitantes.
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